UN SIGLO EN LA ÓPERA
El Parma FC cumple 100 años. Su historia es tan
azarosa como las dramáticas óperas de Verdi, cuyo apellido sirvió para bautizar
al club en su fundación.
Aunque en los noventa
fuera uno de los clubes más importantes del calcio, que el Parma Football Club
esté jugando en la Serie A el año de su centenario no es baladí. Los crociati
fueron un equipo modesto durante gran parte de su historia, llegaron a desaparecer
en 1968 y no alcanzaron la primera división italiana hasta 1990. Ahí empezó una
década prodigiosa en la que sorprendieron a toda Europa y discutieron la
hegemonía de Milan y Juventus. Una década que, sin embargo, no tuvo la
continuidad esperada con la llegada del nuevo siglo.
Viajamos atrás en el
tiempo. Es el 27 de julio de 1913 y toda la región de Emilia-Romagna está
conmemorando otro centenario: el del compositor Giuseppe Verdi, hijo de una
aldea llamada Le Roncole que se encuentra a unos 35 kilómetros de la capital.
Ese día, unos entusiastas jóvenes parmesanos consideran que la mejor manera de
homenajear a Verdi es bautizar con su apellido al equipo de fútbol que acaban
de fundar. Pero el Verdi FC durará sólo hasta el 16 de diciembre, cuando los
asambleístas cambian de opinión y rebautizan al club con su nombre actual. Ahora
bien, éste no empezaría a competir hasta cuatro años más tarde por el estallido
de la Primera Guerra Mundial.
Los primeros pasos del
Parma en el fútbol italiano están unidos ineludiblemente a la figura de Ennio
Tardini, un importante abogado que presidió el club desde su fundación,
participó en la política municipal e impulsó la construcción del estadio que
llevaría su nombre. Tardini murió joven –a los 43 años– y no pudo ver el campo
finalizado. Entonces tenía capacidad para unos 13.000 espectadores y hoy, tras
las remodelaciones de los noventa, puede albergar 43.000.
DESAPARICIÓN Y
‘RISORGIMENTO’
En 1930 el Parma FC
volvió a cambiar de nombre para adaptarlo a su nueva condición de club
polideportivo, pasándose a llamar Associazione Sportiva Parma. Al principio fue
uno de los referentes de la Emilia-Romagna; pero luego, con la constitución de
la liga profesional, pasó a deambular por la segunda, tercera e incluso cuarta
división nacional. Sin ningún éxito destacable en sus primeros 50 años de
existencia, la AC Parma fue perdiendo el apoyo de público y patrocinadores.
Finalmente, en 1969 los directivos bajaron la persiana y dieron al club por
liquidado.
El risorgimento llegaría
gracias al otro equipo de la ciudad: la AC Parmense. Su nivel era muy modesto
–militaba en la Serie D– pero al menos era solvente económicamente. En sólo
unos meses adoptó el nombre de sus extintos vecinos, además de cambiar su
equipación blanca con rayas horizontales por la histórica camiseta crociata. La
nueva AC Parma mejoró los resultados y se convirtió en el típico equipo
ascensor entre las series B y C, ganando un poco de estabilidad en la segunda
división con la llegada de Arrigo Sacchi, que ocupó el cargo de entrenador de
1985 a 1987.
Por aquel entonces el
presidente de la entidad era Ernesto Ceresini, que consiguió dos hitos claves
para entender la transformación del club a partir de 1989: la entrada de
Parmalat como sponsor principal y la llegada del técnico Nevio Scala. Ceresini,
como Tardini, también murió súbitamente y se quedó sin ver cómo la AC Parma
ascendía por primera vez a la Serie A con el capitán Lorenzo Minotti como
estandarte.
La irrupción de la AC
Parma en la primera división del calcio fue extraordinaria. En sólo dos
temporadas se clasificó para Europa y ganó su primer título de Copa frente a la
Juventus de Roberto Baggio, remontando el 1-0 de la ida con los goles de Melli
y Osio. Los nombres de Taffarel, Benarrivo, Asprilla y Brolin empezarían a
sonar con fuerza por todo el continente a partir de la temporada siguiente,
cuando conquistaron la Recopa de Europa frente al Amberes (3-1) tras haber
eliminado a Boavista, Sparta de Praga y Atlético de Madrid.
El club siguió creciendo
en las dos temporadas siguientes con la llegada de Gianfranco Zola y Dino
Baggio. En la campaña 93/94 lograron la Supercopa de Europa –ni más ni menos
que frente al Milan de Capello– y la temporada siguiente fueron segundos en la
Serie A y campeones de la Copa de la UEFA. El héroe de esta final europea
contra la Juventus fue Dino Baggio, autor del gol de la victoria en Parma (1-0)
y del crucial empate de Turín (1-1).
EL ESCÁNDALO PARMALAT
Nevio Scala dejó el
equipo al terminar la temporada 95/96. El club sabía que, pese a los éxitos, no
debía estancarse, e inició un proceso de renovación encabezado por el nuevo
técnico, Carlo Ancelotti, y por jugadores como Buffon, Thuram, Cannavaro o los
argentinos Verón y Crespo. El palmarés siguió engordando en los cinco años
siguientes con un subcampeonato de Liga, dos Copas, una Supercopa y otra Copa
de la UEFA, en este caso ganándole 3-0 en la final al Olympique de Marsella.
Pero las vacas flacas
estaban a punto de hacer acto de presencia. Parmalat, la empresa de lácteos que
se había convertido en símbolo de la región durante los últimos 40 años, había
entrado en bancarrota. El agujero se estimaba en 14.000 millones de euros, una
cifra sin precedentes en Europa. Y el principal culpable no era otro que su
fundador, Calisto Tanzi, que sería condenado a la cárcel acusado de quiebra
fraudulenta. Salpicada por este escándalo, la AC Parma no tuvo más remedio que
declararse insolvente recuperando, el 25 de junio de 2004, la denominación de
Parma Football Club.
El impacto negativo de la
caída de Parmalat también se reflejó en el campo. Aunque en la temporada 2004/2005
fue semifinalista de la UEFA, el equipo salvó la categoría en una agónica
promoción contra el Bologna. Pero la dirección del club seguía siendo incierta,
sobre todo por la nómina de mecenas que se fueron sucediendo, entre los cuales
estuvo Lorenzo Sanz, ex presidente del Real Madrid. Finalmente, el Parma
descendió a la Serie B al concluir penúltimo la Liga 07/08, aunque volvió a la
élite sólo un año después. Ahí se ha mantenido hasta la fecha, sin la
brillantez de los noventa pero parece que con más tranquilidad. Seguro que
Verdi, aun sin entender qué pasión podría despertar este deporte llamado
fútbol, habría sido capaz de componer una ópera perfecta –a su estilo: trágica
y pasional– para representar la convulsa historia del Parma FC.
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