Balonazo en palacio
En sus 308 años de
historia, el Palacio de Buckingham había albergado intrigas dinásticas,
bombardeos nazis, besos de boda y homenajes a figuras desaparecidas, pero nunca
un partido de fútbol. Hasta ahora. El 150 aniversario de la Football
Association sirvió para llevar hasta los jardines de la residencia de Isabel II
uno de los emblemas más característicos del viejo imperio británico: 22 tipos
corriendo detrás de un balón.
No es difícil imaginar que el Príncipe
Guillermo, como presidente de honor de la FA, tuvo bastante peso a la hora de
convencer a la veterana monarca. Guillermo, al que se le intuyen simpatías por
el Aston Villa -igual que al actual primer ministro, David Cameron-, estuvo
presente durante el encuentro que disputaron el pasado lunes el Civil Service
FC contra el Polythecnic FC. Ambos conjuntos, de nombres bastante elocuentes,
constituyen dos de los clubes más antiguos del país: el primero, formado por
funcionarios, es el único superviviente de entre los 12 equipos que firmaron en
1863 la nómina fundacional de la FA; el segundo sería creado unos años después
en una universidad ya desaparecida. Ambos conjuntos siguen actuando a nivel
amateur.
El encuentro concluyó con la victoria del
Civil Service por 2-1 sobre un terreno de juego adecuado por el responsable de
Wembley, Tony Stones: 100 metros por 60 entre 16 hectáreas de jardines reales.
Mark Lane, responsable del modesto parque privado de la reina, se mostraba
emocionado: “En los años 50 se celebró un combate de boxeo pero nunca habíamos
tenido un partido de fútbol. ¡Se trata de una ocasión única!“.
En el descanso, los mayordomos de palacio
sirvieron agua, gajos de naranjas y barritas de chocolate sobre bandejas de
plata. Y, por si faltaran elementos decorativos, Michael Owen participó de un
ligero entrenamiento con el miembros del staff real, incluido el propio
Príncipe.
De hecho, las primeras palabras de
Guillermo no fueron para lanzar una mirada emocionada al pasado sino una
advertencia (¿amenaza?): “Si alguien rompe una ventana de un balonazo se las
tendrá que ver con mi abuela“. ¿Quién dijo que la familia real británica no se
las daba también de campechana? En realidad, y teniendo en cuenta que Howard
Webb actuaba como árbitro del singular partido, más que en los cristales la
noticia estuvo en la ausencia de huesos fracturados.
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