Kim Shin-Wook, El rascacielos de Corea del Sur
De
la misma forma que la Tower Infinity pretende emerger en el horizonte de Corea
del Sur, Kim Shin-Wook lo hace en su fútbol nacional. No es necesario buscarle,
sobresale por encima de compañeros, rivales, técnicos y aficionados. Por mucho
que trate de pasar desapercibido, ni él ni sus goles resultan invisibles. De
ahí que se haya convertido en una de las atracciones para el próximo Mundial de
Brasil.

Kim
jugaba para el equipo de fútbol de la Universidad
de Chung-Ang cuando el Ulsan Hyundai decidió
contratarle para la K-League en 2009. Tenía 20 años y no era consciente del futuro que
le esperaba. Siempre se había entrenado para ocupar la posición de defensa
central o centrocampista defensivo. Pero nada más aterrizar en el club su
entrenador le vio la destreza suficiente para adelantarle en el campo. Se había
convertido en el delantero centro del equipo. Le costó adaptarse a su nuevo rol
pero siempre dejaba destellos de que poseía un sexto sentido para buscar el gol.
De hecho, mejora cada año perfilándose
como uno de los delanteros más prometedores del fútbol coreano. Ha sido nombrado jugador estrella de la K-League en
diversas semanas y fue fundamental para que Ulsan Hyundai se proclamase campeón
de la Liga de Campeones asiática en
2012. Sus seis goles anotados en los
trece partidos que disputó fueron el mejor aval para conseguirlo.

Los números de Kim Shin-Wook hablan solos. No es de
extrañar que haya despertado el interés de clubes como Everton, QPR o West Brom. Resulta
llamativo que a pesar de que muchos compatriotas hayan recalado en ligas
europeas y asiáticas, la verdadera estrella esté brillando en la liga doméstica.
Además de ser una pieza clave para el Ulsan, ejerce un papel cada vez más importante en su selección. Ante tanto orden, rigor y táctica, Kim introduce el
elemento revolucionario. Importante en el cuerpo a cuerpo e indispensable en
los planes de Hong Myung-Bo desde
que se hiciera cargo del equipo nacional en 2013 para reemplazar a Choi Kang-Hee. Su
objetivo es mejorar la profundidad del ataque coreano.
Su
incursión en la selección le ha llevado a sufrir algunos quebraderos de cabeza.
Sus cerca de dos metros provocan que sus compañeros recurran a él mediante
pases largos, en lugar de generar ocasiones sobre el césped. No solo es bueno
de cabeza. Ha trabajado en los últimos meses para mejorar con los pies y
convertirse en un jugador más completo capaz de ofrecer otros recursos
alternativos al juego aéreo. Él mismo ha reconocido que a su llegada a Ulsan el
técnico les ponía vídeos del Bayern de
Múnich para que se familiarizaran con nuevas estrategias y
perfeccionaran el juego asociativo.

Es perfeccionista y no
ha dejado de trabajar hasta lograr el equilibrio en la agresividad de su juego.
En su sexto año como jugador profesional es consciente de que su futuro no está
en sus manos. A pesar de que vive uno de sus mejores años de su carrera, le
penaliza que su reconocimiento se quede en la K-League, a diferencia de otros
compatriotas conocidos a nivel internacional. Debe controlar ese nerviosismo
que le hace pasar desapercibido por su insistencia en querer agradar cuando
sale al campo. En Seúl vivirá su prueba de fuego. Ante Túnez, el
28 de mayo, se exprimirá para convencer a Hong y así tener un hueco en la lista
definitiva.
La combinación de su
altura, complexión atlética y habilidades le convierten en el diamante en bruto
que puede brillar en el Mundial de Brasil. Kim lo
tiene claro: “Mi sueño es anotar un gol en la Copa del
Mundo. Para hacer realidad ese sueño, voy a hacerlo lo mejor posible en cada
partido. Quiero que mi país se sienta orgulloso de mí”.
panenka
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